Mensaje de Cuaresma del Obispo de Villarrica

Hermanos en Jesucristo:

Iniciamos la Cuaresma este Miércoles de Ceniza, día 2 de marzo. Como en toda ocasión, Jesús dice: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en el Evangelio” (Mc 1,15).

Este tiempo está bendecido por la gracia especial de la luz del Espíritu Santo que hace ver la realidad del pecado en nuestra vida y en el mundo. Si alguno de nosotros no se ve pecador, no es porque no tenga pecado, sino porque está ciego. Y, si es así, entonces con mayor insistencia debo pedir al Señor que vea.

Sólo viendo el pecado a la luz de la misericordia de Dios es posible la conversión, es decir, volver la mirada a Cristo como el único que puede perdonarme a mí del pecado y salvarme de la eterna condenación. Esto significa creer en el Evangelio.

En estos tiempos es más evidente “el pecado del mundo” (Jn 1,29), causado por el pecado personal de cada uno de nosotros y por la acción del demonio, “el príncipe de este mundo” (Jn 12,31).

Se blasfema y se cometen sacrilegios impunemente; se pervierte la verdad del matrimonio; además del asesinato de miles de niños inocentes ya abortados legalmente, se quiere consumar este crimen abominable dándole rango constitucional; por todos lados campea la desobediencia a Dios y a sus leyes, con sus consecuencias de delincuencia, violencia e inseguridad; hay también una guerra desatada con imprevisibles consecuencias.

Es clara la pretensión de arrancar de Chile sus raíces cristianas y reemplazarlas por un nuevo paganismo deshumanizador.

Los cristianos estamos llamados en este tiempo de Cuaresma a orar y ayunar, como lo hizo Cristo durante cuarenta días en el desierto. Hemos de hacerlo primeramente por nuestros propios pecados y luego por los pecados del mundo entero.

“La oración y el sufrimiento vivimos por amor son las únicas fuerzas ante las que Dios se inclina”. Así inició Cristo su ministerio en el desierto y así lo concluyó en Getsemaní y en el Calvario.

Postrémonos humillados ante el Señor y supliquemos su misericordia.

+ Francisco Javier

Obispo de Villarrica