Tres nuevos sacerdotes al servicio del Pueblo Santo de Dios que peregrina en Villarrica
“De pequeños pueblos -Angol, Máfil, Toltén-, como chilenos Belenes de Efratá, Jesucristo elige a hombres desconocidos para el mundo, pero de siempre conocidos de Dios. Hombres de humilde origen, marcados por el pecado y las debilidades, con una historia, una familia y una cultura concretas” (Monseñor Stegmeier).>
En la mañana del sábado 8 de septiembre, festividad de la Natividad de la Santísima Virgen María, nuestros hermanos Cristian Rivera Suazo, Daniel Rojas Pinochet y Erwin Sanhueza Godoy, recibieron el Orden Sacerdotal , de manos de nuestro obispo diocesano, Monseñor Francisco Javier Stegmeier, en un festivo ambiente.
Antes de las 11:00 horas, la Iglesia Catedral, ya estaba repleta de fieles, de diversos rincones de nuestra Diócesis y del país, que concurrieron a participar de la solemne celebración eucarística, manifestando el espíritu de comunión eclesial, que se alegra ante la gracia de tres nuevos sacerdotes para nuestra Iglesia diocesana. Como bien lo manifestó nuestro pastor:
“El templo rebosante de fieles, venidos de todos los lugares de la Diócesis de Villarrica, representa al Santo Pueblo fiel de Dios convocado por el Espíritu Santo en torno a Jesucristo, en la confesión de una misma fe, en la celebración de los mismos sacramentos y en la comunión de la Iglesia, Cuerpo de Cristo, cuya cabeza y roca visible en la tierra es el Sucesor de Pedro, hoy el Papa Francisco. Este es el Santo Pueblo fiel de Dios que se alegra indeciblemente con las cosas santas de Dios”.
En la Santa Misa de Ordenación, después de la proclamación del Santo Evangelio, el padre Javier Silva, rector del Seminario Mayor San Fidel, presentó a los candidatos al presbiterado. Posteriormente, monseñor Stegmeier realizó la homilía, en la cual, se refirió al Pueblo de Dios, que en medio de las dificultades y del dolor, permanece fiel, porque tiene la certeza de que la salvación sólo viene del Señor.
Reflexionó sobre la época que les tocará desempañar el ministerios a los nuevos sacerdotes, señalando:
“Para nuestros hermanos Erwin, Cristian y Daniel esta es la mejor época para ordenarse sacerdote. Es un momento histórico privilegiado para el anuncio de Jesucristo como único Salvador de la humanidad, como el Señor de la historia, como la vida de cada persona y como el centro de la Iglesia. Estamos viviendo una realidad que nos hace experimentar nuestra pequeñez, nuestra insuficiencia, nuestra debilidad y nuestro pecado. Pero también es el tiempo del poder de Dios. Es el tiempo de la esperanza. Dios elige lo pequeño, lo que no vale para llevar adelante su plan de salvación (cf. 1 Cor 1,26-31)”.
También, profundizó en el significado del ministerio sacerdotal, declarando:
“El Señor les dice hoy a estos tres jóvenes que no teman, porque por el Sacramento del orden sacerdotal, recibirán ciertamente la gracia del Espíritu Santo por lo cual podrán, con el poder de Dios manifestado en el anuncio del Evangelio, en la celebración de los Sacramentos y el servicio de la caridad, engendrar a Jesucristo en tantísimos hombres y mujeres necesitados de salvación… Con la conciencia de ser indignos siervos de los siervos de Dios, recibirán el poder divino de perdonar los pecados y de comunicar la vida eterna, especialmente en la celebración diaria de la Eucaristía. Con Dios serán procreadores de una humanidad nueva”.
Junto a ello, reflexionó sobre el lema sacerdotal de cada uno de los ordenados:
• “Eterna es su misericordia” (Sal 135) (del padre Daniel Rojas): “La misericordia de Dios por el mundo manifestado en Jesucristo, nos impulsa a ir por todas partes anunciado a Jesucristo como el único Salvador, el único Camino, la única Verdad y la única Vida que conduce al Padre y a la eterna bienaventuranza (cf. Jn 14,6). La felicidad definitiva del hombre viene sólo de Cristo”.
• “Ay de mí si no evangelizara” (1Cor 9,16) (del padre Cristian Rivera): “El Espíritu Santo suscita el ardor apostólico, la “parresía” que lleva al Buen Pastor a la disposición de dar su propia vida por las ovejas, incluso por la descarriada. El mundo, aún sin saberlo y aunque quizá nos pida explícitamente otras cosas, espera de la Iglesia sólo que se le anuncie a Jesucristo”.
• “Mi gracia te basta” (2 Cor 12,9) (del padre Erwin Sanhueza): “Sean fieles a Jesucristo, a su Palabra y al Espíritu Santo que obra en ustedes. Sean fieles a lo que la Iglesia y el Papa Francisco dice respecto al sacerdocio en su Magisterio. Verán que efectivamente podrán desempeñar un ministerio abundante de frutos, entre los que se contará la propia alegría en el Señor”.
Al finalizar la homilía, se continúo con los ritos de ordenación:
1. Se examinó a los candidatos sobre sus disposiciones respecto al ministerio que van a recibir, y la promesa de obediencia al propio obispo y sucesores .
2. Letanías de los santos y postración de los candidatos: En las que se pidió el auxilio de todos los santos para el ministerio sacerdotal de los candidatos al Orden Presbiteral.
3. Imposición de las manos en silencio por parte del obispo sobre la cabeza de los candidatos; y luego de los presbíteros que participan en el rito.
4. La oración consecratoria: “Te pedimos, Padre todopoderoso, que confieras a este siervo tuyo la dignidad del presbiterado; renueva en su corazón el Espíritu de santidad; reciba de ti el sacerdocio de segundo grado y sea, con su conducta, ejemplo de vida…”.
5. Revestimiento con los ornamentos de la estola y casulla por parte de sacerdotes significativos en el proceso vocacional.
6. Unción de las manos de los ordenados con el Santo Crisma: “Jesucristo, el Señor, a quien el Padre ungió con la fuerza del Espíritu Santo, te auxilie para santificar al pueblo cristiano y para ofrecer a Dios el sacrificio”.
7. Entrega de la patena con pan y del cáliz con vino y un poco de agua, mientras dice: “Recibe la ofrenda del pueblo santo para presentarla a Dios. Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras, y conforma tu vida con el misterio de la cruz de Cristo”.
8. Saludo de la paz por parte del Obispo a cada uno de los ordenados: “La paz esté contigo”.
Al término de la Sagrada Celebración, los nuevos sacerdotes entregaron unas palabras a los fieles, en la cual, agradecieron a Dios, a la Santísima Virgen y a la comunidad eclesial por la vocación recibida, por la compañía y apoyo, e insistieron en la petición de oración por su ministerio.
Damos gracias al Buen Pastor por el regalo de tres nuevos sacerdotes para nuestra Diócesis, y los encomendamos para que sean pastores según el Corazón de Cristo.
Fuente: Comunicaciones Villarrica