Reflexión de Monseñor Francisco Javier Stegmeier: «El Cura de Ars nos muestra el camino al cielo»
En medio de la JMJ en Lisboa celebramos a San Juan Bautista María Vianney, el Santo Cura de Ars, el 4 de agosto. Es un sacerdote francés, que vivió entre los años 1786 y 1859. Aunque vivió hace tanto tiempo y en un contexto tan distinto al nuestro, sigue siendo un ejemplo para los jóvenes de hoy.
El Cura de Ars muestra a los jóvenes de hoy la centralidad de Dios y el fin último para el cual han sido creados, que es el Cielo.
Ars era un pequeño pueblito. San Juan Bautista María, al preguntar a un niño la dirección para llegar al pueblo, le dice: «Muéstrame el camino a Ars y yo te mostraré el camino al cielo». Es esta una apropiada metáfora también para nuestros días. Cualquier niño y joven es capaz hoy de orientarse en cualquier lugar del mundo, aún en el más desconocido, con la moderna tecnología. Sin embargo, dado el creciente secularismo, ya casi nadie sabe cómo llegar al cielo. Ni si quiera se sabe que existe.
Invito a leer la biografía del Santo Cura de Ars. Su vida entera es un testimonio de su convencida fe en la existencia de Dios y del cielo. No podría haber vivido como lo hizo si no estuviese siempre con su mente y su corazón puesto en el Cielo. Con su ejemplo, sigue diciéndonos a nosotros, hombres del siglo XXI: «Así pues, si ustedes han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Pongan la mirada en las cosas del cielo, no en las de la tierra» (Col 3,1-2).
La fe llevó al Cura de Ars a la certeza del amor salvador de Cristo. Por la esperanza estaba cierto del cumplimiento de la promesa del Señor de que daría la vida eterna a quien lo dejara todo por Él. Y fue la caridad, el amor cristiano, la energía impulsora que lo llevó a entregar por entero su vida a Dios y a sus hermanos. En este amor, encontró aquella alegría que nadie ni nada puede quitar (ver Jn 16,22).
¡Es tanto lo que San Juan Bautista María puede hoy enseñar a los jóvenes! A los católicos y también a los que no lo son. Aunque hoy un joven tenga a su alcance tantos medios para entretenerse, no puede no experimentar un cierto vacío existencial y, en el fondo, el sin sentido de procurar saciar el corazón con criaturas buenas y bellas, siendo que sólo Dios, perfecto e infinito, lo puede hacer.
El Santo Cura de Ars descubre y experimenta el amor de Dios como la máxima felicidad. Él dijo: «Dios no quiere otra cosa que nuestra dicha acá en la tierra, y sabe que esta sólo se halla en el amor que por Él sintamos, sin que consigan jamás hallarla todos cuántos la buscan fuera de Él».
Este amor es el que se nos simboliza en el Corazón de Cristo y alcanza especial significación en el sacerdocio. Oremos para que todos los jóvenes peregrinos a la JMJ con vocación sacerdotal respondan a la llamada del Señor.